El sueño de la razón no sólo produce monstruos

martes, 12 de febrero de 2013

"El despertar" capítulo 3. El viaje: Benguela 11

· Medicina tradicional·

En el Centro Católico hay una herboristería. Hace ya un tiempo que va y viene la idea de encontrar el momento para acercarme y, por qué no, hacer una consulta. 
Hoy me levanté temprano. Llevo un par de noches con una respiración complicada, que se ha puesto de acuerdo con el calor para ser sofocante y no dejarme dormir. Entro por una puerta metálica que hoy por fin encuentro abierta. Un hombre, una televisón, un ventilador en el techo... varias mesas de distintas proporciones, decoradas con esos paños tan brillantes y tan horteras. Al otro lado del mostrador mieles, siropes, frascos y cubos con hierbas. La Virgen María preside el lugar, que parece abandonado a su fe.

Herboristería Resurrección
Cubos con hierbas tras el mostrador




Una mujer añeja tose sentada en un banco. Hija y nieta la acompañan. Hija recibe instrucciones complejas de cucharadas de mieles, ajos picados, tiempos y veces. Espero pacientemente mi turno que demora no mucho más de 20 minutos. Hablo un poquito, pregunto. Aprendió sus artes en Nicaragua. Me voy a hacer un chequeo general. Pasamos tras una cortina que oculta a intervalos, mecidos por el viento, el hueco de una puerta. Hace algunas preguntas. Me pide dejar los objetos metálicos en una mesita; pero nunca llevé alarajas...

Su mano derecha agarra, aprieta y relaja la mano de un hombre que antes miraba la televisión. En la  izquierda sostiene una varilla metálica. La pasa por mi cabeza, mi espalda, mi estómago,... y en cada lugar aprieta bruscamente la mano del hombre que antes veía la televisión. Cuello, brazos, rodillas... Después abre un cuaderno de fotocopias ilegibles, como esas que te mostraban iglesias góticas o plantas de mezquitas en el cole. Son pequeñas imágenes cuadradas, en las que se intuye la fotografía al microscopio de una enfermedad, que quizás hace decenas de fotocopias mostraron. Con mi dedo en cada borrón y su varilla apoyada sobre una parte de mi cuerpo, repite el gesto decidido y aprieta su mano derecha. -"No tienes nada malo. Tus pulmones algo sucios. Por lo demás estás perfecta."

Virgen María tras el mostrador

Me receta un sirope y un zumo de aloe vera para limpiarme por dentro. Puedo tomar unos tés para dejar de fumar. Me da algunas indicaciones. Dejo algún dinero a deber. Me voy. Volveré.