El sueño de la razón no sólo produce monstruos

domingo, 1 de enero de 2017

Doce cajas más

- ¡Van a traer 12 cajas más!- Se lo repito porque veo la intranquilidad en su rostro. Suspira, creo que aliviado. Comparto de nuevo la emoción de la revolución doméstica a la que asistimos. Suspira, creo que está aburrido. A veces, me descoloca. Parece que no me entendiera del todo. Mira a ninguna parte, toma aire y lo deja salir a borbotones. Yo le cuento, le explico. Le hago sentir importante y entre tanto exploro las  posibles razones de tanto aire entrando y saliendo. Pruebo toda clase de contorsiones para enganchar su ánimo al mío, para que vibre la vida un poquito en sus ojos cuando estamos juntos, en casa.
Trato de descifrar su gesto. Suspira y su "esta vez" me empieza a cabrear. Algo incómoda me aventuro a decir que no parece entenderme en absoluto. Silencio. Me agarro a mi áltma fibra de paciencia y repito una vez más la explicación. Suelta un graznido. Mira que es bravo. Al final siempre acabamos enriscados en la misma pantomima. Mi condescendencia le hace sentirse poderoso. Estiro mi paciencia, vomitando amabilidad sin respuesta, hasta que se parte súbitamente en trocitos. Ahora mismo estoy cerca de golpearle. Como no cambie la mueca torcida igual explota de tontuna. No entiende lo que le digo: - ¡Nos van a traer 12 cajas más!