El sueño de la razón no sólo produce monstruos

sábado, 29 de septiembre de 2012

"El despertar" capítulo 3. El viaje: Benguela 9


· Surrealismo en Benguela o Cómo un país despierta de una guerra en el S.XXI·

La loca historia del fontanero que sólo tenía que cambiar un grifo y destrozó el baño. 
Con exageración, risas y mucho cariño a Flavio "o canalizador".

Servirá esta historia para ilustrar una reflexión:
Ronronea por mi cabeza... Un país que sufre 27 años de guerra civil, tras otra guerra de casi 15 años para lograr su independencia del colonizador... Angola... debió de quedar descabezado al lograr su independencia, porque perdió a la mayoría de los patrones de sus fábricas, dueños de haciendas, jefes de empresas... especialistas, técnicos... La gran desgracia de la descolonización: el haber sumido a un país en la ignorancia del dominio, del no dejar a sus gentes crecer, confundirse y aprender. La gran desgracia de la descolonización en África.
Después, en el 75 con la independencia, el país entró en un proceso de guerra entre hermanos que destruyó sus manos y sus pies y le dejó el cuerpo entumecido.Y mi pensamiento vuelve a virar... Tampoco fue sólo entre hermanos, corrijo: cada facción era apoyada por un bloque de la Guerra Fría. Sin embargo, no fueron las guerras prolongadas las que acabaron con las fábricas y los medios de producción. No sólo. El tiempo y la ignorancia jugaron su papel certero. Cuando los angoleños quedaron solos, las máquinas se estropeaban y el desconocimiento sobre cómo arreglarlas hacía que cayeran en el olvido. Eso gente aquí hay que ya me lo ha contado. Y si alguien sabía cómo arreglarla, la falta de piezas o la desactualización de los modelos la abocaban al mismo destino. Así cayeron una tras otra las inmensas fábricas de azúcar que en tiempos abastecían a más de medio mundo. 

Flavio el fontanero, o canalizador, fué lanzado a un país en paz en el S.XXI. Imagino que era un país con el pasado destrozado, sin herencia de educación, oficios o conocimientos técnicos tras tantos años dedicados a la guerra. El presente va pasando despacito para algunas cosas, pero el mundo va muy rápido alrededor. Y en Angola hay mucho dinero. Algunas casas usan generadores, que dan luz; el agua llega cada vez a más puntos. Hay grifos, coches, motos, tuberías, contadores... aparatos de radio, lámparas, proyectores, neveras, lavadoras... Flavio cayó en el oficio de fontanero, pero parecía que podía haber caído en cualquier otro.

Fastudo, electricista

En principio, Flavio tiene que colocar una ducha. De momento, sólo funciona el grifo de-probar-el-agua-con-los-pies. Mi perspectiva es ducharme de cuerpo entero, así que encontramos un fontanero que nos recomienda Fastudo, un buen electricista amigo ya.
A partir de ahí, los acotencimientos desembocan en una serie de situaciones absurdas, demoras y explicaciones originales y rocambolescas. Cada tarde abro la puerta de mi casa y camino hasta el baño para encontrarme a Flavio frente a otro nuevo reto: arrancar dos grifos a martillazos, utilizar trozos del palo de mi escoba para bloquear las salidas de agua, colocar un grifo de pulsador a una altura exagerada, ... mortero en el vidé, silicona en el resto del baño... Verlo me hace pensar que no aprendió de nadie, ni en ningún lugar. Llevo poco tiempo aquí y todavía no sé de qué forma se trabaja. Pero poco a poco comprendo que lo que está bien hecho y lo que está mal hecho es internacional. Al menos en tema de fontanería.

Fin de obra

Ya cogemos confianza y algo de criterio para decirle cómo hacer algunas cosas. Nos enfadamos y nos reímos. Sabe que algo mejor lo puede hacer. No tiene ningún método, ya digo que no parece haber aprendido de nadie. Resuelve cada situación como si fuera la primera vez, con una nueva idea.

Y observo día a día personas que han caído en oficios. Unos saben cómo hacer, otros quieren aprender. Otros son tan tangenciales a lo que hacen que parece que al día siguiente les va a tocar otro oficio que desempeñar.


domingo, 9 de septiembre de 2012

"El despertar" capítulo 3. El viaje: Benguela 8

·El desierto de Namibe·

No hay forma de describirlo. Ni el lugar, ni cómo pasamos los días atravesándolo.

El desierto, el cielo y el mar. Respiro hondo recordando. Las dunas son extrañas y suaves. Mágicas. Dibujan un paisaje onírico que emborracha. Siento como si caminara por algún sueño.
Supongo que es lo más parecido a ver el infinito o la nada. Se escapa un poco a mi entender. La arena resbala densamente cuando nos sentamos al borde de la cara oculta de la duna. Tacto y vista no concuerdan. Y hay olor a olas. El sol desaparece en el horizonte y entonces el viento se torna frío.

Bahía dos Tigres

Controlamos las mareas para salir con bajamar: no hay otra manera de atravesar la Bahía dos Tigres. Hace unas horas ya tuvimos que dar la vuelta porque el agua cubría el estrecho espacio entre las dunas y el mar. Quedaron los tres coches encallados en la arena por unos minutos. Todos sentimos una emoción  esquizofrénica entre el miedo, la fascinación y la atracción por lo bello y por lo peligroso. A la mañana siguiente teníamos que partir nunca después de las 9. Por fin acampamos de día. Un pie, otro pie, un pie... subo... no quiero mirar atrás, hacia el mar, hasta que no llegue a la cima. Pero lo que se descubre delante de mí es todavía más espectacular, porque jamás lo vieron mis ojos.

Bahía dos Tigres. Autor Joao Carrera. Edición Elvira López Vallés

Es ese infinito, esa nada de la que hablaba. Ese extraño ritmo, esa incomprensible textura. Una duna, tan distintinta de la otra y rodeada de otras mil tan diferentes;,formando en conjunto una armonía perfecta. Es místico, es puro... no alcanzo a hablarlo.

Salimos puntuales tras una noche larga de locuras de luna llena. Vemos focas, cangrejos (¡millones!) y compartimos carrera contra un chacal. Ya nos rondaron otras noches... 
La adrenalina nos sacude efervescente. El camino llega a tener no más de 4 metros. La marea acecha como un precipicio. Todos estamos sintiendo el peligro y la seguridad, a bocanadas intermitentes, y reímos por eso.

Marea baja en Bahía dos Tigres