El sueño de la razón no sólo produce monstruos

martes, 28 de agosto de 2012

"El despertar" capítulo 3. El viaje: Benguela 7

·Alberto Daniel Sico y sus botellas·

Hace dos semanas un hombre está apoyado sobre la pared del Centro. Contra la pintura amarillenta una figura negra de pelo blanco. Otro contraste en el país de los contrastes. Camina unos pasos con sus piernas abiertas, pasitos cortos. Es Cota Alberto Daniel Sico, artesano. Cota porque tiene ya una edad que merece ese respeto. Artesano porque sus manos hablan de los años sujetando unas varillas de metal, deslizando Jesucristos sin bracitos en el interior de una botella. Y después un arbolito. Y una escalera. Y el resto de la cruz con los bracitos de Jesús. Todo encolado. Y no rompe la botella ni nada.

Cota Alberto en la puerta de su casa. Damba María

Su casa está al otro lado de Damba María, junto a la explanada de la carretera. Por el camino más corto cruzamos entre las casas de barro con mamás por todos lados sentadas, haciendo su colada, y con niños que juegan y gritan mulata, y algunas veces chinese.

Taller en casa de Cota Alberto. Damba María

 Dentro, en una de las cuatro esquinas de la casa, una mesita con sus herramientas: varillas de metal, pegamento, pinturas en botellas de plástico cortadas... todo salpicado de gotitas de colores y tiempo. Está agachado y nos alcanza alguna de sus botellas, y vemos su pequeña creación. Y no rompe las botellas ni nada. Mañana viene al Centro y nos muestra.

Mañana ya es hoy. Llegamos siempre diez minutos tarde pero él parece que pasó la noche haciendo contraste sobre la misma pared del Centro. Trae con él sus herramientas. Ahora ya estamos sentados sobre el cemento y apoya un molde con la forma de Jesús rebañada de aceite de cocina. Mezcla el yeso pacientemente en un botecito y después cubre el molde, que rebosa sin complejos por los cuatro costados. Esto queda aquí secándose.



Nos hemos movido al interior de una sala y sobre la mesa apoya la garrafa de cristal. Aprendió de un hombre sueco. Su padre trabajaba construyendo las vías del tren. No quedan ya más que hagan ahora de esas botellas que él vende en la ciudad, en algunos lugares. A veces va a la ciudad a buscar garrafas de cristal de los contenedores de los bares. Ahora vive solo ya... murió su mujer. Sus hijos no quieren aprender. Se ríe.Asisto emocionada a los tres días de creación de un pequeño mundo casi infantil, si no fuera porque hay un señor crucificado y algo de sangre. O quizás por eso.
Es hoy ya el tercer día. Coloca la escalera que apoya tras la cruz pinchando una vez más la maderita que introduce confiado en la botella. Corta un corchito a ras que cristaliza la escena ya por siempre. Y se ríe una vez más como diciendo: -"¡No corto la botella!"



lunes, 20 de agosto de 2012

"El despertar" capítulo 3. El viaje: Benguela 6

El 31 de agosto son las elecciones nacionales de Angola.

Propaganda electoral del MPLA. Visto en Dombe Grande

Aquí va mi percepción, forjada a través de la observación, las preguntas y la lectura.
Son unas elecciones libres... o mejor dicho "libres". Libres (sin comillas) porque hay varios partidos de diferente ideología, independientes; las personas tienen libertad de voto y no existe ningún tipo de presión por parte de grupos violentos. Los esfuerzos en la campaña electoral por captar votos se hacen sentir en cada calle en obras, en cada colegio abierto, en cada partido de fútbol gratuito en el Estadio... En los medios de comunicación existe una franja horaria o escrita para cada partido, que tiene sus minutitos o líneas para la campaña. Todos los programas electorales son accesibles. Pero, claro, el partido en el poder ocupa las noticias, como bien ocurre en España, con sus obras por el pueblo a última hora, tratando de cumplir promesas realizadas en las anteriores elecciones de 2008.
Pero se transforman así en "libres" por lo difícil de un cambio de gobierno tras más de 30 años en el poder del MPLA (Movimiento por la Liberación de Angola , con su presidente Bento dos Santos a la cabeza. En algunos aspectos (algunos) creo que es lo mismo que nos ocurre en España, sólo que en vez de un partido, tenemos dos. Trataré de explicar la complejidad que encierra este cambio.

Rotonda con publicidad electoral del MPLA tendida al sol. Benguela

Aquí sólo se vota al partido que gobierna la nación. Éste elige a los gobernadores provinciales, a los municipales, a los coordinadores de barrios y a los jefes de sectores. (Por cierto, estos últimos órganos permiten que las necesidades del pueblo puedan ser transmitidas hasta esferas de gobierno superiores, a través de una estructura piramidal. Se reúnen semanalmente con una representación del municipio.)
Retomando el tema principal: el MPLA lleva 37 años en el gobierno, pero tan sólo hace 10 años que terminó aquí la guerra civil. Esta guerra destruyó las infraestructuras físicas, sociales, económicas y políticas. Arrasó con ellas. Y la sucesión de tantos años de guerra (antes del 75 contra el dominio colonial por la independencia) casi ha dejado al país sin pasado, sin herencia y sin raíces. Y esto hace que todo se tenga que construir casi desde cero. Y así es como han estado haciendo estos últimos 10 años con las instituciones públicas. Bajo mi punto de vista es muy complicado que otro partido recoja ahora el testigo de la ardua trayectoria emprendida por esta reconstrucción. No sé si el frágil equilibrio en el aún se encuentran sobreviviría a un cambio de gobierno, que como he dicho implicaría un cambio en toda la estructura piramidal, que afecta a mucha mucha gente. Tienen cogido al país por sus partes nobles, hablando en plata. Y que me perdone mi madre.

Mujer y niños jugando con propaganda del MPLA. Dombe Grande

Así que veremos lo que pasa en ese día 31, siendo todos conscientes (aquí mucho y con un espíritu bien crítico) que no se va a producir un cambio de partido. Mientras tanto, el país se hace grande a un ritmo apabullante; y yo cada día me sorprendo más de lo poco que sabemos de esto en España... Cuando nos den la patada en el culo nos quedaremos con cara de bobalicones y seguiremos sin aprender nada. Como siempre.

domingo, 5 de agosto de 2012

"El despertar" capítulo 3. El viaje: Benguela 5

Me senté a tomar una Cuca (cerveza nacional) en una mesita de esa cantina que veía al pasar hacia casa de Ana. Normalmente los blancos van a otros lugares aquí, sitios que reproducen bares europeos a los que ya odiaba entrar cuando vivía en España. Yo los llamo "los lugares sin alma". En este patio me siento cómoda y me entran ganas de escribir...
"Cada vez me gusta más Benguela. En un principio, las motos y obras a medio hacer llamaban tanto mi atención que sentía algo hostil. Ahora me acostumbro a estas rutinas y comienzo a ver más profundo. Ya me pasó en otro lugares: los primeros días los rincones aún no tienen significado y una mirada global hace sentir el lugar desconocido y carente de significado.
Ahora veo árboles por todas partes, lojas (tiendas), mujeres vendiendo cualquier cosa que quizás pueda comer, envueltas en sus paños tan bonitos de colores. Empiezo a conocer lugares mágicos, patios en las casas tan bellas en los que con cuatro mesas y un pequeño puesto de chapa montan un bar. Ahora estoy sentada en uno de esos lugares..."

Pequeña cantina en el patio de una casa. Benguela


En ese momento tres mujeres de uniforme que están sentadas junto a mí me invitan a compartir la cerveza con ellas. Me siento en su mesa. Me preguntan mil cosas, hablamos. Una conversación muy agradable. Me explican sobre su trabajo. Nos reímos mucho con tonterías. En un momento de la conversación me preguntan si tengo enamorado (novio) y si no me importaría encontrar uno aquí. Respondo que nunca se sabe. Nos reímos. Y entonces me preguntan si no me importaría que fuera angolano, que fuera negro. Las miro extrañada y digo que no. Abren mucho los ojos y vuelven a inquerir: -"Entonces, ¿no eres racista?".
Me llora un poquito el alma. Bebemos otra Cuca, a la que me invitan. Hablamos de otras cosas. Y me vuelvo a casa avergonzada de mi color de piel...

Qué distinción tan errada es la del color de la piel... ¿Cómo hemos podido caer en algo tan arbitrario, tan prepotente, tan injusto? No somos conscientes de la cantidad de prejuicios que asociamos a algo tan externo, como en otra época fue el ser pelirrojo, albino o mujer... Me remueve las entrañas, me damos asco. Me hace sentir una confusión extraña, una incomprensión profunda. No encuentro escusa. Ni la educación recibida... ¡Basta ya de no repensar lo aprendido!
Lo diferente nos aterra. Hemos forjado durante siglos el miedo a lo desconocido, que excusamos con la prudencia, que explicamos a nuestro entendimiento como "algo justificado y necesario". Pero ¿qué es lo desconocido sino lo que nos falta por aprender? Así que, por culpa de ese miedo y desprovistos de curiosidad de los pies a la cabeza,nos erguimos orgullosos en nuestra ignorancia, capitaneando un barco de papel y ciegos al mundo inmenso.
Y otro mal endémico que nos pudre: la inercia. La inercia de la costumbre, del "qué dirán", de la educación, del miedo... la inercia de no replantearnos aquello que nos enseñaron y creemos como cierto.